sábado, 15 de diciembre de 2007

Entre la melancolía y el whisky (partes 1 y 2)

PARTE 1
Usualmente trato de guardar cierta compostura. No sé si llamarlo "poses". Yo diría, "conservar un estado en el que no despierte sospechas", en el que la gente con quien frecuento, mi gente, me vea contento y despreocupado. No los responsabilizo, al contrario. No puedo dejar de agradecerles por esta actitud. El haber pasado por una depresión, la incomprehensión, el atravesarla, sufrirla y superarla, no es tarea fácil para quien la vivió y para quienes lo acompañaron en el trance. Por eso el porqué del agradecimiento. Por eso, también, la toma de recaudos y el no querer preocupar.


Tristeza y melancolía
por Graciela Paula Caldeiro

"¿Hay un límite identificable entre el simple pesar y la depresión? Se dice que la depresión tiene claros efectos físicos como el insomnio y el embotamiento, e intelectuales también, como la imposibilidad de concentrarse o memorizar. También se afirma que es posible, que la persona deprimida tienda a enredarse aún más en sus pensamientos deprimentes de manera tal que cada vez se deprime más. Qué la distracción es una buena estrategia para controlar estas emociones melancólicas... ¿Debería uno esforzarse siempre por superar la tristeza considerándola alarma de un futuro proceso depresivo?"
"Porque hay, por el contrario, quienes piensan que la tristeza y la melancolía también podrían incluso tener efectos benéficos: una recuperación de energías que puede llevarnos a revisar nuestros objetivos vitales, por ejemplo.

Finalmente me pregunto si disfrutar la tristeza es algo masoquista, descabellado o mucho peor... un juego peligroso y adictivo."
Graciela Paula Caldeiro
Licenciada en Educación, por la Universidad Nacional de Quilmes, 2005 Graduada con diploma de honor
Licenciada y profesora en Comunicación Social (esp. Publicidad) por la Universidad del Salvador, 1992 Graduada con diploma de honor.
Afortunadamente, y habiendo dejado atrás a los fantasmas de un pasado neblinoso, puedo hoy afirmar que la melancolía, adoptada por libre elección, es un estado más, del cual no reniego, y si bien enciende alguna que otra alarma, forma parte de lo que llamo "estados creativos". Y al que, particularmente, le dedico el tiempo y el espacio necesarios. Tiempo y espacio para conectar con el "yo interno", intercomunicarnos, desmenuzar sensaciones y sentimientos, y extraer esencia. Lo hago sin la presencia de terceros, yo solito con mi alma. En lo posible, acompañado de un vasito de whisky, que rompa el hielo entre los dos tertuliantes. Quizás algo bueno salga del diálogo, quizás no. De lo que sí estoy seguro, es que debe respetarse la dosis de whisky, y en ningún caso, superar la medida: una per cápita.
Reflexiones entre la melancolía y el whisky
Siempre te voy a llevar en mi corazón. Podré haberte amado menos de lo deseado, incluso , hilando muy fino, pude no amarte. Hoy se me hace difícil, es más, no viene al caso, clasificar el sentimiento. Quiero creer que sí, que te amé, y que no fue suficiente. Me daría demasiada tristeza averiguar que mi corazón se endureció más de la cuenta, y que no es capaz de sentir a pleno. El tiempo hablará por él y traerá respuestas.

En cuanto a los recuerdos que hoy se instalaron en mi nostalgia, voy a conservarlos. Verán la luz en los momentos tristes. Quizás me entristecerán, todavía, un poquito más. Pero serán mi compañía, junto a un vaso de whisky a medio llenar, y a medio tomar.

Georgie
PARTE 2

Mi alma y yo tuvimos un encuentro. Particularmente, fue una mañana activa, con poco tiempo para pensar y reflexionar. Pero, después del almuerzo, las cosas cambiaron. Algunos recuerdos vinieron a mi cabecita, estuve un rato a solas, y, poco a poco, se fue creando el clima. Ya para las tres de la tarde, y cómodamente instalado en mi oficina (aire acondicionado mediante), recibí su visita. Se sentó frente a mí, y me dijo:

-Dame un whisky. Un JB (no todos tienen la suerte de contar con un whisky personalizado).
-Ni en pedo... estás loca? Son las tres de la tarde... A lo sumo, un café. Cortado?

-Siempre el mismo, vos... Qué te cuesta?

-Hermosa... tengo toda la tarde por delante... Mientras vos soñás, yo laburo...

-Está bien...con edulcorante...ya me acostumbraste también a eso...

-El médico nos dijo...

-Cortala con el médico...

-Claro... A la señorita sólo le calienta lo interior... Y lo de afuera, qué? No importa, acaso..?

-Uff, me cansás... Me llamaste...

-Sí. Es por lo del 24. Dónde vamos?

-Otra vez con esa boludez..? Si al final decidís siempre vos... Donde quieras... Mejor dicho, donde nos lleves.

-Vamos a lo de los viejos, con las chicas...si vienen...

-Me queda otra?

-No.

-Y entonces...para qué me preguntás?

-Bueno, che. Quería que formaras parte de la decisión...

-No me hagas reir...que no estoy para la risa...

-Qué te pasa?

-Qué me pasa? Y a vos qué te parece?

-Qué sé yo! Contame, si querés...

-Obvio...que el señorito toma decisiones, el muy orondo, siempre pensante. Decisiones que nos involucran a los dos...Y algunas decisiones tuyas me joden...

-Pero, Alma, ya lo habíamos hablado... Y vos me diste tu consentimiento...

-Sí, ya sé... Pero ahora no me estoy sintiendo bien...

-Desde un principio, te lo advertí. Te dije que no iba a ser fácil...

-Ya sé que me lo dijiste. Y yo qué te contesté? Que te iba a acompañar. Como siempre lo hice. Pero...bueno...hoy estoy un poco melancólica... Bancame.

-La extrañás?

-Mucho.

-Yo también... Si querés la llamo...

-No! No! Por favor, no. Ya lo hablamos. No podemos jugar con ella... No!

-Es cierto. Esa fue nuestra premisa. Pensar en que, hiciéramos lo que hiciéramos, no la íbamos a lastimar...

-Sí. Lo recuerdo... Puta madre!

-Estás arrepentida?

-No. Arrepentida, no... molesta, nada más... Con la situación.

-Ya sé... Cuesta, Alma.

-Y duele... Un montón.

Silencio. Nos miramos. Los dos estábamos tristes. Con esa tristeza madre, que noquea. Otra vez, silencio. Nos volvimos a mirar.

-Dame otro café...

-No. Tanto café nos va a hacer mal... Un whiskicito? Medio?

-Hijo de mil..! Está bien... con hielo.

Fue la primer sonrisa. Y la compartimos. Ninguno de los dos estaba con ánimo como para reirse. Y era previsible. Tan previsible como esta charla adeudada. Una sonrisa fugaz, que se perdió rápida entre papeles de escritorio y mensajes de correo electrónico. Por allí hubo alguien que fue testigo de nuestra conversación. Habrá podido apreciar desde una simple pantalla de monitor el tono de nuestras sensaciones y sentimientos? Se habrá perturbado, por ser partícipe involuntario de nuestro blanqueo?

Terminamos el whisky. Como siempre, respetamos la medida. Además, la hora, no aconsejaba el exceso. Volteé para archivar una factura, y en un abrir y cerrar de ojos, el alma había vuelto al cuerpo. Me quedé solo, por fuera, aunque reconfortado. Esta vuelta, coincidimos, mi alma y yo, a pesar del dolor, de la pena y del sufrimiento.

Claro que cuesta, Alma. Y duele.

Georgie

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