sábado, 15 de diciembre de 2007

Amores que dejan huella

Los hay fugaces y for ever. Pasionales y banales. Constructivos y destructivos. De película y de pasquín. De colores y en blanco y negro. Amores de verano, que llegan y se van con el viento Norte; amores de invierno, esos que te resguardan, te abrigan, que te acurrucan y calientan. En fín, amores...

Pero hoy me quiero referir a esos amores que te marcan. Esos que llegan en momentos inesperados. Que te estrujan y desarman. Que te invaden y desacomodan todas tus estructuras. Esos amores que te hacen exclamar: Pero...justo ahora! Si yo tenía todo calculado y perfectamente ordenado..! Y bueno...Si uno pudiera elegir cómo, cuándo y con quién..! Pero no. Uno no puede... Gracias a Dios, no puede...


Y nos embarcamos. Y tocamos el Cielo con las manos. Y un buen día nos despertamos en otra cama. Y nos damos cuenta que llevamos el cepillo de dientes a su baño. Y todos nuestros mejores discos. Y estamos hasta las manos de amor. Que la felicidad hace de nosotros lo que quiere y lo que no imaginamos. Que nos convertimos en ositos de peluche y conejitos mimosos. Y hasta el espejo nos devuelve una imagen diferente (casi siempre con unos gramos de más).

Mas, cómo has hecho
para que me enamore tanto, tanto?
Me miro en el espejo y me pregunto
si ese de ahí, soy yo...
(Doménico Modugno-Cómo has hecho)

Y un mal día, de esos en los que todo te sale para el demonio, y como frutilla de la torta, llegamos y nos recibe con el tan clásico y temido: -Nos sos vos...soy yo... Y todo se nos derrumba. Se nos viene el Cielo encima (más que Cielo, cielo razo). Y volvemos al bulín sin los discos ni el cepillo, y de seguro que llueve y nos mojamos más de la cuenta. Y agregá a la cuenta los gastos de la farmacia por el resfriado.

Mi casa es un desastre sin tu risa.
No me dejaste ni las migas...
A cara de perro estoy
y extrañándote...
(Los Caballeros de la Quema-Avanti Morocha)


Y uno se quiere morir...Te dejan herrumbado. Con el sabor amargo de la pérdida y los ojos ahogados en la pena. Con la piel doliendo esa ausencia de caricias, el olfato carente de ese aroma que ya no está en la almohada, y un montón de recuerdos acechando a la vuelta de la espalda. Y sí. Duele aceptarlo, pero ya no está. Realmente no está? Porque si le preguntamos al alma, seguro que tiene una respuesta distinta. Ella va a decir que sí. Que su recuerdo está como aferrado y que no nos va a dejar tan fácil. Y aunque no nos guste y lo neguemos se va a quedar un tiempo más...

Es que hay amores que dejan huella. Y hay enamorados preñados de melancolía que se prestan para todo. Y hasta para, en sentido figurado o no, morir de amor.

Georgie

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