martes, 30 de diciembre de 2008

Sólo el sombrero

Bajaste del tren y viniste a mi encuentro. Te ví llegar. Como no podía ser de otra manera, me detuve cinco segundos para observar tu andar. Pausado...cadencioso. Bajé del auto, te saludé con un beso largo, te miré...

-Hola! Estás hermosa..!
-Ay...a cuántas les dirás lo mismo..!
-Hoy? Sólo a vos...
-Jodeme...y te quedás sin postre...
-Tengo snacks, queso, un malbec de puta madre... Sería injusto!
-Quedarte sin postre? Te arriesgás?
-Obvio! Pero no quiero!
-Entonces, mi chiquito, haga bien los deberes...
-Usted dirá...
-La verdad...no me puedo quejar... A su edad, y con este capullito...
-Vamos, pendeja... Tengo un par de cosas que enseñarte...
-Ja ja...
-No sé por qué te reís...
-Querés que me haga trencitas?
-Lolita? Había pensado en otra cosa...
-Me intriga... Contame...qué habías pensado para hoy?
-Te conseguí un sombrero...


Sombrero - Fernando Natali

Georgie




sábado, 13 de diciembre de 2008

Santa petición


Querido Santa:

Soy un niñito de cuarenta y ocho...ya sé...demasiado crecido, pero justamente lo que te quiero pedir tiene que ver con...no, no...mejor pasá y ponete cómodo... Un licorcito? Sacate las botas, aflojá...

Viene movida la cosa, no? Me imagino...milagros debés hacer para conformarnos a todos... Y encima la mano, digamos, no está tan sencilla, verdad? Doble, lo querés? Juá! Llegarás con todos los pedidos y en estas condiciones? Ya sé...no es mi problema, pero...ma sí... Triple... Te va?

Ahora sí! Te agarro más dulce... Bueno...vayamos a los bifes... Sabiduría. Eso te pido...

Pará, pará... Mirá para arriba, levantá los brazos... Ya pasó? Seguro?

Como te decía... Sabiduría. No te rías, no es joda... En serio, che...te explico...

Y no hablo de conocimientos, de información... Hablo de ser inteligente y extremar cada uno de los recursos para resolver esas situaciones que, cuando se presentan, me dejan culo pa arriba... Que casi siempre tienen que ver con mi rubia debilidad: las chichis... No te conté? Pues, que desde que tengo memoria, las polleras siempre coparon la escena... Desde mis abuelas, madre, tías, mascotas, minitas, novias, mujeres y ahora, por si fuera poco, se sumaron las cachorras... Sus eternas demandas y mi dificultad para compatibilizar lo que ellas quieren, con lo que yo puedo y deseo dar, sin olvidarme de ser. Y sin morir en el intento...

Pero...qué es lo que te causa tanta gracia? Mirá que yo confío en vos...en tu capacidad de traernos soluciones y felicidad. En tu bondad, en tu intuición, en tu... Qué? Largás todo? Por? Que ya estás cansado y viejo? Qué llegó la hora de jubilarte? Pero...y nosotros?

Ahhh! Ya tenés una persona que te va a reemplazar... Y desde cuando arranca? Ya? En estas fiestas? Que me la querés presentar? Tenés su foto... A verla?


Te reconozco, Claus, que el rojo es mi color predilecto. Rige a mi signo, me queda bien a la cara, me incentiva a estar alegre... La Dama de rojo que hoy me acompaña, si bien se sumó, indefectiblemente, a la lista de polleras, intenta ayudarme a abrir la cabeza...

Pero dejar ésta, mi particular petición, en manos de otra mujer, me causa una especie de escozor... Mezcla de cagazo, de incredulidad... Mejor, esta vuelta, voy a lo seguro y les pido una Scalextric...

Georgie

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Una alegría para Norita

Dedicado a Nora R., una amiga y navegante solitaria, cuya historia no tiene nada que ver con esta... Aunque si logro sacarle una sonrisa, me doy por hecho...
Norita Díaz de Papalardo estaba absolutamente re-podrida de la vida marital que llevaba con su esposo, Rogelio... Y no era para menos... Roge, no sólo era un pelotudo a cuerda, sino que, además, el infeliz atrasaba... Qué suplicio, Dios..! Encima, su cara era un monumento a la antigüedad: una mezcla de Fidel Pintos y Groucho Marx, con la inteligencia del Preso y la destreza física de La Momia... De profesión peluquero (por adopción, no por elección), atendía la peluquería que su suegro tan gentilmente le encomendó, dos días antes de pasar a mejor vida... Sí...el jovato deliberadamente eligió rajarse de este mundo, no sin antes clavarse dos viagras juntos, y echarse la última cana al aire, con la más atorranta y culona de las empleadas de la panadería de los hermanos González...


Rogelio Papalardo cumplió entonces el sueño del Sr. Samuel Roitman, el mayorista de telas de la calle Larrea, y presentó su renuncia. Y esa misma tarde echó mano al delantal celeste que usaba su suegro, decidido a cumplir el suyo propio: ser independiente y dormir la siesta todos los días...justo premio a su aburridísima trayectoria de veintiocho años de eximia dedicación como vendedor "B" en la sedería.

Los muchachos del café de la esquina, que hacían de la bohemia un arte, y no tenían un ápice que envidiarle a figuras de la talla del Coco, Mostaza, e incluso del mismísimo Cacho Castaña, lo tenían de punto. Y Roge, como solían llamarlo, a pesar de que era víctima de las cargadas, algunas subidísimas de tono, se empecinaba en no faltar nunca al vermouth con picadita de las siete y media de la tarde... Quizás por deseo de pertenecer...quizás por no conocer otra cosa...

-Roge...a tu jermu...quién se la co..?

-Rogelillo...se te ven las guampas...dejate el flequillo…

Y a pesar de que Norita era una esposa abnegada, muestra de entrega y fidelidad impertérritas hacia su poco iluminado marido, las pocas veces que había sido vista por las cercanías del bar por los émulos de los famosos D.T., no dejaba de despertar comentarios. Malintencionados los unos, soeces los otros. Y solamente por poseer una delantera digna de la más descarada envidia de aquéllos…

-Qué lo parió, Coquito! Cómo se le mueven los "nueves"!

-Si el Bambino estuviera por acá, diría… Belleza!!! Qué desperdicio, por favor..!

Y en eso del desperdicio tenían razón! Rogelio hacía varios meses que no le tocaba un pelo… Y no por puntería, justamente… Se ve que su excitante profesión le "chupaba" toda la libido… Porque, para su mujer, no le quedaba resto ni para el inocente besito de las buenas noches. Pelusa y barba, sólo para los clientes.

Se las hago corta. Para que no se aburran con tanta lata, y porque ya debe de haber varios intuyendo el final de esta historia… Lo que menos quiere un narrador es que le quiten el crédito de terminar de contar lo que empezó…

Una mañana de noviembre, estando Norita cebándole unos mates al todulope de Rogelio, sucedió lo inesperado, minutos después de lo esperado…

-Vieja…el diario? Te quedás un rato? Me vinieron ganas de ir al baño… Si cae algún cliente, decile que me espere…

-Andá tranquilo… Y ya que vas para casa, llevate la linterna que te trajiste el otro día…que no compré velas, y si se corta la luz de vuelta…

Nunca sabremos si se volvió a cortar la luz. Lo que sí sucedió es que, un minuto después de desaparecer Rogelio, con rumbo antedicho, se hizo presente un caballero de unos, digamos, cuarenta y siete años... Delgado, algo canoso y muy parecido fisonómicamente a George Clooney. A Norita, sí se le cortó la respiración…

-Buenos días… Puede ser apenas un toque? Como para emprolijar…

-Sssí… Tome asiento que…ya lo atiendo…

Norita jamás le había cortado el pelo a nadie. Y eso que creció entre tijeras. Comenzó lentamente a peinar al caballero. Se le acomodó bien cerquita, cortó apenas las puntas, y mientras llevaba a cabo su misión, dejó advertir en el ambiente la escasa atención que su marido le dispensaba... Su cachondez se hizo tan evidente que flotaba en el aire... Intercambiaron dos o tres frases. Luego sobrevino la primer sonrisa. Una segunda...y otra más…

Para cuando Rogelio regresó de su trámite matinal (imagino, sin lavarse las manos), no quedaban rastros ni del galancete, ni de cabello cortado en el piso, ni nada... Sólo la promesa de verse a hurtadillas, a diez cuadras de allí, para vivir una siesta diferente.

-Nadie, che...ni el loro... Me voy a casa a cambiar. Había olvidado que arreglé con la pedicura, que hoy pasaba por su casa a las dos de la tarde...

-Andá, nomás... Qué hay de comer?

-Te dejo pollo en el horno. Calentátelo. Chau...

Y mientras Rogelio se despatarraba en la cama durmiendo la siesta post-pollo, Norita daba el primer mal paso, el de las costureritas... El que no tiene retorno, sobre todo después de comprobar en carne propia y cama ajena, la pericia amatoria de su primer y único amante...

Nada, internamente, volvió a ser lo de antes. Por fuera, se esmeró hasta el hartazgo para que su vida siguiera exactamente igual. Mañanas, tardes y noches tediosas. Algún recuerdo en sueños le aceleraba el corazón...pero lo reprimía perfectamente. Una modesta esposa de cincuenta y pico, que hacía de la devoción al zángano de su marido, un culto silencioso. Devoción interrumpida apenas por una o dos escapaditas semanales al templo de la perdición, en donde el placer y la culpa jugaban la partida de manera inversamente proporcional.

Solamente una tarde, que tuvo que salir de piques hasta la verdulería a comprar tomates para el tuco, dejó entrever algo distinto... Pasó por la vereda del frente del café, caminando apurada y bien erguida. Coquito le gritó Pechocha... Y ella, sin dudarlo, por primera vez sonrió.

Georgie