Clarita supo, tiempo después, que se había casado con el enemigo. Por supuesto que se enteró tarde. Como casi todos...

-Se ha comunicado al celular de Julio Turris. Después de la señal deje su mensaje y lo llamaré a la brevedad...PIP.
-Mi amor, soy yo... Llamame cuando puedas...
Y mientras tanto, Julito estaba en un telo, matándose con una morocha que rajaba la tierra. De su adorable esposa, ni se acordaba. Y no es cuestión de preguntarse ahora las causas que pueden generar una infidelidad. Que las puede haber? Mmm...
El infiel, de por sí, trae consigo un bagaje de cosas que alientan este tipo de conductas. Buscar una justificación dentro de su entorno marital, puede resultar tan ambiguo, como vano. Preguntémosle a Julito...
-Sabés lo que pasa, hermano? Quiero sentirme pendejo de vuelta. Que la adrenalina me llegue a todos los rincones del cuerpo. Y con mi mujer no siento eso. Por eso lo busco afuera. Y la calle está llena de atorrantitas que me vienen como anillo al dedo. Culpas? No, no tengo. Ella es una buena mina, pero si no se entera...
Y Clarita estaba muy lejos de enterarse. La casa, los chicos y su disposición hacia su marido, la tenían demasiado ocupada...
Hasta que un día...
-Sentate, hija. Con tu padre lo hemos charlado bastante. Y dudamos muchísimo en saber a ciencia cierta si teníamos que contártelo... Pero decidimos que vos tenías que saberlo... Julio está haciendo cosas que no debe...
-De qué hablan?
-Sale con mujeres...
Y el mundo perfecto, ése por el que tanto luchó, y se postergó, empezaba a derrumbarse. Pero estarían en lo cierto? Cómo lo descubrieron? El proceso de negación, natural, comenzaba a manifestarse. Como el último manotazo del ahogado...
-Están seguros?
-Sí, hija. Lamentablemente, sí.
-No puedo creerlo...
Y los papis, después de soltar la bomba, volvieron a su casa. Muy preocupados, por cierto. Pero esa noche, dormían bajo distinto techo que el de Clarita. Y ella, solita, debía luchar contra la más fea. Cómo encarar el tema, la llenaba de angustia.
Julio llegó a su casa por la noche, minutos antes de la hora de cenar. Por supuesto, la mesa estaba dispuesta, y la cena, a punto. Notó que su esposa estaba un tanto nerviosa, pero prefirió no preguntar nada. Sólo se limitó a sentarse frente a la tele, no sin antes advertir a sus hijos que no hicieran mucho ruido, para poder escuchar las noticias. En una tanda, preguntó:
-Todo bien, Clari?
-Sí. Está rico el pollo?
-Sí, como siempre... Pasó algo?
-Por?
-No sé... estás callada...
-Después hablamos...
Por dentro, Clara explotaba. Pero no quería llamar la atención. Los chicos en la mesa, insinuaban que era mejor no despertar ningún tipo de actitud que llamara la atención. Faltaba poquito para acostarlos, y por prudencia, había decidido demorar el asunto hasta que estuvieran dormidos. Por suerte para su ansiedad y angustia, esa noche los acostó algo más temprano que de costumbre.
Volvió a la mesa. Julio seguía allí, ahora mirando el partido.
-Querés un café?
-Uy, sí...dale...
Preparó una jarra entera. La llevó a la mesa, con dos pocillos.
-Tenemos que hablar, Julio.
-Ahora?
-Sí... Me enteré, Julio. No me lo niegues. Te vieron salir de un hotel...estabas acompañado de una mujer...
-Pero...estás loca? Quién te dijo semejante boludez..?
-No agraves más la cosa con otra mentira... Quién es..?
Clara no podía creer todavía cómo lograba mantener esa calma. Toda su estructura se estaba cayendo a pedazos. Por dentro, estaba hecha pelota, y todavía, podía contener toda la indignación y la furia...
-Mirá...no sé lo que te contaron... No podés hacer caso de las barbaridades que la gente...
Julio no pudo terminar su defensa. La mirada de Clara lo desintegró. De pronto su sumisa esposa, la que no mataba una mosca, se había convertido en una fiera, acorralada y peligrosa. Una fiera que estaba dispuesta a sacarle los ojos, si fuera necesario. Sin decir una sola palabra más, Clara se había adueñado de la situación. No es que disfrutaba de su nueva condición. Al contrario, la padecía. Y mucho. Pero, por primera vez en la vida, sintió como que tenía un cierto poder. Un poder nuevo que invitaba a ejercerlo...
-Mirá...no me digas nada. No quiero que me cuentes más. Sólo prometeme que vas a dejar todo... Que vas a volver a ser el de antes... Y no pudo continuar. Sus lágrimas se lo impidieron.
Y en un abrir y cerrar de ojos, le devolvió a Julio el control de la situación. Quien, sabedor de todo lo que se ponía en juego, puso la mejor cara de poker, y prometió, de acá en más, olvidarse de sus andanzas.
Y era lógico que todo resultase así. Clara, en su debilidad, demostró que no estaba preparada para hacerse cargo. Ni de ella misma.
Y Julito... Para qué vamos a perder tiempo en explicarlo? Durante un par de meses se convirtió en el ídolo de las abuelas. Atento, compañero, buen padre con los chicos... Una pinturita. Y fue así hasta que una tarde, Clarita lo llamó al celular para pedirle que pasara por la ferretería a comprar unos cueritos para las canillas del baño...
-Se ha comunicado al celular de Julio Turris. Después de la señal deje su mensaje y lo llamaré a la brevedad...PIP.
Georgie